Don Quijote creía que
todo héroe debía tener un caballo como vehículo para sus hazañas. Entonces,
como imitación del Cid Campeador y su “Babieca”, o de Alejandro Magno y su
“Bucéfalo”, él adopta su propio caballo al que bautiza con el nombre de
“Rocinante”. Rocinante es un caballo viejo y flaco que lo acompaña en todas sus aventuras.
Estefanía.
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